Josué D. Fernández / https://about.me/fernandez.josue
La salida de la estación anual de temperaturas frías siempre deja el saldo de hojas y flores en muda periódica pero intensiva, la cual destaca a menor o mayor vista según la geografía. Es la temporada del estallido de brotes de la vegetación, que invita a formar parte de esa etapa crucial de la persistencia de la naturaleza en general. Así, la medicina regenerativa incluido el empleo de células madres también busca medios que pongan a la mano de todos, la esencia de estos procesos.
A partir de las diminutas células de cualquier elemento viviente, igual transición se duplicaria en silencio, aunque en lapsos menos sincronizados. La existencia saludable pareciera depender de cualquier modo, de limpiezas periódicas de desgastes sufridos. En situaciones de excepción como ocurre en Venezuela podría hacer falta un buen lavado particular profundo de cerebros, para eliminar bichos ruidosos que impiden oir las voces de los cambios vitales, opacadas quizás por corrupción ambiental de una dictadura asfixiante.
Antes
En la larga historia de renovaciones naturales, esos renacimientos primaverales fueron una inspiración de poetas y pintores, embelesados en el aspecto externo del fenómeno, atribuido simplemente al acto milagroso de la Creación, evidenciado por el impresionismo artístico. Mención cientifica aparte vendría después con el cuento artificioso del origen vegetal de la ley de la gravedad, ja-já, por la caida del fruto maduro de un manzano frente al famoso físico inglés Isaac Newton, entre finales del XVII y principios del XVIII.
El complemento para no dejar flotando a tal manzana en cuadros subrealistas de Magritte, requiere mencionar a Copérnico y a Galileo Galilei, con sus acreditadas proposiciones básicas del planeta redondo, y movimiento sobre su eje alrededor del Sol, hechas en el XV y XVI, demostrado después en el famoso Péndulo de Leon Foucalt, en 1851.
Ahora
La muestra superlativa de la regeneración implícita e ineludible de cuanto existe es precisamente la del globo sostén de la humanidad, palpable en su edad de miles de millones de años. Para los habitantes del planeta, el efecto se presentaría en el cuerpo humano completo, aparentemente cada 7 años, aunque aun faltan homologaciones al respecto, además de una adecuada voluntad para disfrutarlo plenamente.
Referencia a tomar en serio por los individuos que tanto temen morir, pero son incapaces de considerar la eliminación de residuos perjudiciales para la preservación de su existencia. Dificil de entender asímismo que los paisajes que resurgen en cada rincón libre, escapen de la atención de quienes padecen estragos de dictaduras que, por añejas, les tienen cansados y abandonados de sus luchas.
Adelante
Afortunadamente quedan esperanzas de incorporar a los rezagados en las tareas por la libertad en Venezuela y el mundo, apoyados los unos y los otros en postulados de la"autofagia" del científico belga Christian de Duve, quien ganara el premio nobel en 1974 por su descubrimiento sobre los lisosomas, unos orgánulos celulares que se encargan de digerir desechos de nuestras células.
Un proceso interior del cuerpo que ha ido en aumento, hasta el punto de estar en mayor auge que nunca. Suman los estudios del biólogo japonés Yoshinori Ohsumi, quien también recibió el nobel en 2016 por sus trabajos sobre el mecanismo natural que contribuye a preservar la salud y vivir más años, mientras haya armonía con el planeta que da sustentos.
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