Se agita el polvorín en Afganistán. Un doble atentado suicida dejó más de 70 muertos en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional “Hamid Karzai” de Kabul, la capital del país.
Entre las víctimas mortales hay adultos y niños. Se trataría de 60 nacionales afganos y 12 militares estadounidenses, según conteos preliminares.
Las deflagraciones, que también dejaron más de 100 heridos, se produjeron muy cerca de la Abbey Gate (Puerta Abbey, en español).
El acceso ha sido uno de los más empleados por ciudadanos que buscan ingresar al aeroparque, con la intención de tomar un vuelo de evacuación.
Los estallidos también ocurrieron en las proximidades del hotel Baron, un recinto que sirve como punto de concentración para los afganos que piensan salir del país para huir del régimen talibán.
En la arremetida, reivindicada por el autodenominado Estado Islámico (EI), se habrían empleado vehículos equipados con explosivos, con la intención de causar mayor impacto.
Desde El Pentágono no confirmaron esa versión. En la sede del Departamento de Defensa se limitaron a afirmar que el ataque había sido “complejo”.
Mientras tanto, el presidente de Estados Unidos prometió hacer justicia. A través de una alocución, Joe Biden aseguró que la Unión Americana piensa “responder con fuerza”.
“A los que dañen a Estados Unidos, les digo: no los vamos a perdonar, no lo vamos a olvidar; los vamos a cazar y los vamos a hacer pagar”, expresó el mandatario.
El titular de la Casa Blanca también garantizó que los vuelos de evacuación efectuados por su país se mantendrán operativos hasta el venidero 31 de agosto.
Los talibanes, entretanto, se desmarcaron del doble atentado. Los extremistas islámicos no sólo condenaron el doble atentado, sino que resaltaron que las explosiones ocurrieron en un “área bajo la responsabilidad de las fuerzas de Estados Unidos”.
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